Sunday, November 25, 2012

El poeta loco

Se dice en mi paisito que todos los nicaragüenses tenemos algo de poeta y de loco. Aparte de que a veces nos vuelven loco con todo lo que nos meten de Rubén Darío en la escuela (como dice Huidobro, poesía poesía poesía, demasiada poesía), Nicaragua resalta con su historia de poetas. No solo Rubén Darío y Ernesto Cardenal, también han pasado por la tierra de lagos y volcanes Salomón de la Selva, Alfonso Cortés, José Coronel Urtecho, Azarías H. Pallais, Pablo Antonio Cuadra, Manolo Cuadra, Joaquín Pasos, Carlos Martínez Rivas, Fernando Silva; más recientes: Gioconda Belli, Leonel Rugama, Daisy Zamora... ¡incluso Daniel Ortega y Rosario Murillo han publicado poesía! Yo lo intenté, pero no salió mucho... Me quedo más bien en el análisis de texto y la filosofía, pero cada quien con lo suyo, ¿no?

Y ya que me pongo en las de analizar, el problema que he encontrado con nuestro orgullo poético, especialmente con Darío, es que se habla mucho de lo perfecto que Rubén escribió y fue en su vida. Se entiende hasta cierto puento el por qué de ese discurso de orgullo dariano, ¿qué más se puede decir a niños de primer grado memorizando "Caupolicán"? Sería un trauma para los niñitos saber que Darío murió por sus excesos alcohólicos y que sus poemas incluyen variados temas eróticos, lúdicos, políticos, y se podría decir, de rechazo a su tierra (se menciona docenas de veces a París, y una sola vez a Nicaragua en Azul...).

Como pueden ver, leer a Darío con un ojo crítico es una experiencia reveladora para un nicaragüense. Se abren puertas de interpretación, las cuales se habían cerrado con candado en el sistema de educación de Nicaragua: no hay discusión sobre los poemas, simplemente memorización, declamarlos en actos especiales, y contestar preguntas en el examen de español de acuerdo a lo que dijo el maestro en clase. Ahora, leer y sentir que uno puede ver el poema a su propio gusto es casi un acto de rebeldía, lo cual siempre tiene algo de bueno. Y algo que he notado en mi nueva lectura de Azul... es precisamente lo que mencionaba al principio, que Darío quizá estaría de acuerdo con el dicho que conecta el ser poeta con el estar loco en la personalidad del nicaragüense.

En tres de sus cuentos en Azul... (¨"El Rey Burgués," "La Canción del Oro" y "El Pájaro Azul"), Darío describe al poeta como una persona aparte de la norma, alguien de los 'otros'. En "El Rey Burgués," el poeta es una "rara especie de hombre" (47) que el rey no puede comprender. A pesar de la diga explicación que el poeta hace de lo que significa la búsqueda del "verso que está en el astro" (48), el rey lo interrumpe para preguntar "¿Qué hacer?" (49). El poeta aparece al otro lado del espectro del positivismo y la burguesía, las definiciones de uso no entran en la mentalidad del artista de la palabra, y por ende los intentos de comunicación con el utilitario son prácticamente inútiles. A pesar de estar frentre a una de las personas que mejor conoce el idioma, el rey cierra sus oídos con tal seguir comprendiendo el mundo de acuerdo a su limitada perspectiva.

El poeta es catalogado como raro por su apertura a la sensibilidad del mundo a través del lenguaje, en contraste con la cerrada visión del burgués. Así, en "La Canción del Oro," el poeta se coloca en el grupo de de marginados de la sociedad: "¡Eh! miserables beodos, pobres de solemnidad, prostitutas, vagos, rateros, bandidos, pordioseros peregrinos, y vosotros los deterrados, y vosotros los holgazanes, y, sobre todo, vosotros, ¡oh, poetas!" (81). El poeta comprende su posición y no busca escapar de ella. Venderse a la sociedad significaría caer en la mentalidad del rey burgués para quien todo debe tener un uso y fin. El poeta es visto como un loco, un marginado, por su rechazo a la norma, a las convenciones sociales.

El tema de la locura y el poeta es más evidente en "El Pájaro Azul," donde pájaro azul es el apodo que sus amigos le dan a Garcín, el poeta de la historia. Garcín se refiere con frecuencia al pájaro azul que tiene en la cabeza: "Sí; dentro de la jaula de mi cerebro está preso un pájaro azul que quiere su libertad..." (99). Me llama la atención que el cerebro sea descrito como una jaula, y aquí veo, como en los cuentos anteriores, un rechazo al positivismo ya que han sido las ciencias las que han dado al cerebro el poder que ahora aceptamos con facilidad. Y Garcín, por no querer aceptar que la normalidad es el estándar de la vida que todos y cada uno de nostoros debemos llevar, busca darle libertad a todos esos pensamientos que han sido apresados en las categorías de la razón.

La locura y la poesía, mano a mano en la creación y búsqueda del verso que está en el astro...  ¿Puede ser posible hallar un verso fuera de las normas del lenguaje y la razón a través de la normalidad? Mejor locos que positivistas, mejor poetas que burgueses...

Darío, Rubén. Azul... Lincoln, NE: ALBA, 1999.

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